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Mi mejor lector

A propósito de la noticia de que la teletransportación es casi un hecho, vino a visitarme un viejo amigo.

Mi mejor lectorMi mejor lector

Bajo su brazo traía un libro envuelto en papel periódico. Era para mí, por supuesto. Lo recibí sin mirarlo y lo dejé sobre la mesa de centro.

Antes que cualquier otra cosa, el abrazo pertinente para recuperar parte del tiempo perdido. Luego, invitarlo a seguir y a tomar algo.

Preguntarle cómo hizo para llegar a mí. Preguntarle que por qué tanto tiempo lejos y sin dar señales de vida. Preguntarle por su vida, por sus logros, por sus pérdidas. Responder las mismas preguntas. Responder nuevas preguntas. Hacer nuevas preguntas. Conversar sin pensar en el tiempo. Amanecer y seguir allí.

Ofrecerle café para el desvelo. Desayunar juntos. Preguntarle dónde vive. Acompañarlo a la puerta. Prometer una próxima cita. Abrazarnos por última vez.


Luego de que se fuera fui a tomar un baño y a tomar otra taza de café. Yendo hacia la cama, vi el libro que me había traído. Fui por él y lo llevé conmigo.

El libro era delgado y liviano, lo había escrito un tal Sergio Marentes y la dedicatoria decía algo así: Para Sergio Marentes, amigo entrañable, mi mejor lector.

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