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Mi religión, solo mía por Karen

No es cierto, aunque a veces se pretenda,  que todos los colombianos somos católicos, romanos y apostólicos.  Tampoco conviene,  y menos aun por moda, andar por ahí diciendo que los sacerdotes son pervertidos, mientras muchos funcionarios católicos hacen excelentes labores comunitarias, en el marco de su religión. ¿O es que acaso todos los colombianos somos narcotraficantes?

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El desarrollo social de un país no debe medirse por la preponderancia de las mayorías, sino por el reconocimiento de los grupos minoritaritos y la comprensión de las diferencias, por eso pecan de intolerantes quienes quieren imponer su religión, que debe ser sólo suya. Predicar es para los sacerdotes, pastores y rabinos. De un funcionario público, en cambio, los únicos sermones apropiados serán los que promuevan la igualdad y la tolerancia, entre otras cosas por respeto a quienes históricamente han sido víctimas del matrimonio entre el Estado y la religión, cualquiera que esta sea.

El procurador Alejandro Ordoñez, puede, si quiere, hablar con sus yernos en latín. El presidente Santos puede enviar, si quiere, una comitiva de su familia, o por qué no, un historiador  a la canonización de la Madre Laura, pero no pueden pretender que todos los colombianos participemos de su sentimiento religioso, y esto es así por simple respeto a los protestantes, evangélicos,  deístas y no religiosos, por mencionar sólo a algunos.

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Sobre el autor

Uriel Ardila

Redactor Vibra.

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